Desde sus tiempos de estudiante en el ISA —recuerda con cierta añoranza la actriz Yuliet Cruz— le gustan mucho los clásicos. “Las heroínas del teatro griego son personajes exquisitos, con unos registros y unas historias tremendas”, dice a la vez que me confiesa que siempre ha deseado interpretar a Antígona y a Fedra, esta última del mejor teatro clásico francés. Pero también anhela los grandes clásicos del teatro norteamericano y, aunque, no solo tiene deudas con el arte dramático, sino también con el cine, lo cierto es que para ella: “el teatro da la posibilidad de hacer grandes personajes, pues en otros medios hay más limitaciones; porque las historias no son tan ricas como muchos textos clásicos que ya están y han sido interpretados por grandes actrices: convirtiéndose en los eslabones fundamentales para crear una gran carrera”.
En Cuba tenemos a una contundente Luz Marina, heroína de la familia cubana que nos dejó el ilimitado ingenio de Virgilio Piñera (1912-1979). Algunas de nuestras más prominentes actrices han encarnado este personaje desde el estreno de Aire frío en 1962; la más reciente de sus interpretaciones y, sin dudas, una de más memorables es la de Yuliet Cruz en el montaje dirigido por Carlos Celdrán, con su grupo Argos Teatro. A propósito de su visión contemporánea de Luz Marina, y como una especie de reminiscencia en el aniversario ciento ocho de su creador, es que conversamos.
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